En relación al resultado final, como siempre, pensamos que se puede seguir mejorando y trabajando, tal vez con un poco mas de tiempo podríamos haber tenido un mejor producto sonoro. Al no poder poner música ya creada, apostamos por utilizar la percusión como un medio para marcar un ritmo y tal vez quedamos a mitad de camino. En relación a la imagen claramente le hicimos un tratamiento más a fondo, desde la elección de planos, corrección a color etc.En fin creemos que el resultado final a nivel visual esta bueno, pero a nivel sonoro nos quedamos un poco cortas.
Igualmente estamos contentas con nuestro resultado final, sobre todo teniendo en cuenta a lo que proyectamos originalmente. Creemos que lo pudimos lograr sin sacrificar tanto la idea principal. Partimos desde querer involucrar al cuerpo en la situación, que no sea algo ni meramente narrativo ni coreográfico. Después pensamos en algo más romántico y bajo la premisa de A y B se pelean tratamos combinar el contact (que es una práctica muy amable a nivel corporal, respeta al cuerpo del otro, y trabaja en conjunto con el) y la situación e pelea para generar algo diferente.
La coreografía fue mutando, comenzó como una relación entre lo romántico y la pelea, y luego decidimos llevarlo más hacia la cotidianeidad. A los bailarines al principio les dimos libertad absoluta para que crearan, y a medida que pasaban los rodajes eramos nosotras las que delimitabamos más el camino, si bien no somos coreografas, realizamos una suerte de esquema en el que poniamos puntos por los que debían pasar los bailarines, que movimientos nos interesaban.
Para llegar todavía más a un acercamiento de los cuerpos pensamos en las subjetivas, que las vimos en algunos de los esquicios, y las incorporamos desde el principio, creemos que aportan algo mucho mas intimo, el espectador se siente como en la piel de esa persona.
Elegimos la GoPro como una cámara que permite un movimiento relativamente cómodo para los los bailarines y a la vez generar una imagen subjetiva. Creamos una especie de soporte en el que se enganchaban la gopro a la cabeza, casi a la altura de los ojos y mientras tanto monitoreabamos con una aplicación desde el celular, asi podiamos dirigir a los bailarines en el momento e ir construyendo la coreografía entre toma y toma.
También registramos desde afuera con otra cámara, que utilizamos en los momentos de mayor contacto, donde lo subjetivo se desdibuja y los cuerpos se funden. Esta lógica nos ayudó a organizarnos y a generar un mejor entendimiento general de la coreografía.
